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ASI OPINAN DEL REAL ZARAGOZA

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Tras el nuevo varapalo recibido por el real Zaragoza ante sus aficionados, las miradas se dirigen ahora hacia el consejo de administracion

OPINIONES SOBRE EL REAL ZARAGOZA

Alfonso Hernandez en el Periodico de Aragonhttp://www.elperiodicodearagon.com/noticias/realzaragoza/quirofano-matarifes_1188915.html

En el quirófano con matarifes

El espantoso partido protagonizado por el Real Zaragoza contra el filial del Sevilla no es casual, sino el producto y la consecuencia de una temporada que ha enviado suficientes señales de alerta --nunca atendidas--, de socorro y ahora de máxima alarma porque el descenso a Segunda B está a la vuelta de la esquina. Es muy probable que en la desvergüenza general, en la ausencia de profesionalidad y de sentimiento, desde el club y otros puntos cardinales y afines al poder se mantenga que hay herramientas como para no dramatizar. Entre ellas un colchón de puntos ficticio y recurrente en la ignorancia de mirar hacia otro lado. Porque el problema no está tanto en la clasificación como en la sensación cierta de que el equipo, además de su indigencia deportiva, carece del espíritu necesario para afrontar una lucha en los bajos fondos. Desviar la atención o escurrir el bulto, artes que la Fundación ha manejado con maestría hasta que la realidad ha desenmascarado esta maquinaria de falacias, supondría un nuevo signo de inconsciencia, posiblemente de resultado letal.

El Real Zaragoza no ha tocado fondo. Sólo desde ese punto de partida se puede emprender la recta final del campeonato con la firmeza necesaria que exige la salvación, en estos momentos una empresa colosal, histórica. Si no hay capacidad para vencer a un rival de 21 años de media, en inferioridad numérica y con un jugador de campo de portero, un chico en edad juvenil que debutaba, ¿a quién se puede derrotar en las doce jornadas restantes? ¿De dónde van a salir los puntos necesarios para sellar la permanencia? De los bolsillos de los patronos desde luego que no. Tampoco de un entrenador, Raúl Agné, que se ha visto superado por todo, él mismo incluido. Su continuidad raya lo absurdo. Ese relevo es el primer y urgente movimiento que hay que ejecutar, una maniobra que no asegura la mejora pero inevitable para buscarla.

La continuidad en Segunda pertenece sin duda a los futbolistas, pero a su flaqueza natural han añadido un palidez cadavérica en el ánimo, embruteciendo su debilidad bajo la batuta de un técnico que ha consumido su credibilidad para el público y para los jugadores. No digamos para el consejo de administración, siempre dispuesto a conducir las balas en otra dirección que no sea la suya.

El Real Zaragoza necesita que lo agiten con virulencia en el discurso. Una catarsis que pasa de forma ineludible por la presencia en escena de los responsables ejecutivos del esperpento. De quienes toman decisiones y de los que figuran en segundo plano. El Real Zaragoza necesita ese gesto de valentía de la Fundación para hacerse visible dentro del vestuario y frente a la afición. Porque hay una leyenda en juego, generaciones de aficionados que se pueden desvanecer... Ya no deberían de esquivar los focos. Desde César Alierta hasta Carlos Iribarren, pasando por la familia Yarza, Luis Carlos Cuartero y el recién llegado Lalo Arantegui. Poco importa ya que hayan fracasado con estrépito. Lo único que interesa es una comunión pública para compartir paraguas ante la que se avecina. Si es cierto que tanto aman a este club. Si se apela al colchón de puntos, al trabajo del día al día y al mismo entrenador, el Real Zaragoza entrará en un quirófano de matarifes

 

El enésimo capítulo de una película de terror

La temporada del Real Zaragoza está siendo "una película de terror". Así la ha definido Raúl Agné, el segundo entrenador en un campeonato en el que el equipo apenas ha vivido un par de momentos de solidez y desahogo. Las semanas restantes, la mayoría de ellas, han estado marcadas por los golpes bajos, como el del Sevilla Atlético en La Romareda, las constantes frustraciones y un fútbol muy lejos de la altura de un club que acaba de celebrar su 85º cumpleaños. "Estamos donde estamos por méritos propios", ha dicho Agné. Tampoco en esto, como en lo de la película de terror, le falta razón al preparador de Mequinenza.

La del Sevilla Atlético ha sido la decimotercera derrota de la temporada. En 30 jornadas. El Zaragoza ha perdido prácticamente uno de cada dos partidos que ha jugado. Solo el Almería y el Rayo Vallecano, ambos en la zona de descenso y con 14 derrotas, presentan peores registros que los aragoneses. Un dato que, sin mucha más palabrería, explica el motivo por el que el Real Zaragoza se encuentra a un pequeño paso del abismo de la Segunda División B, del que ahora le distancian solo cinco puntos. Y que pueden ser todavía menos si puntúan este domingo el Rayo, el Almería o el Alcorcón.

El Zaragoza pierde en casa y pierde fuera. En La Romareda, donde estaba presupuestado que construyera su camino de regreso a Primera División, ya ha caído con el Elche, el Girona, el Levante, el Nástic de Tarragona y el Sevilla Atlético. Cinco sangrantes derrotas. Fuera de casa, los registros son todavía peores. Ha caído en ocho desplazamientos: Levante, Numancia, Sevilla Atlético, Getafe, Cádiz, Tenerife, Murcia y Córdoba.

 

Paco Gimenez para Heraldo de Aragonhttp://www.heraldo.es/noticias/deportes/futbol/real-zaragoza/2017/03/18/tragica-derrota-del-real-zaragoza-ante-filial-del-sevilla-1165151-611027.html

Trágica derrota del Real Zaragoza ante el filial del Sevilla

Hundimiento total del Real Zaragoza. La Romareda vivió este sábado una de esas derrotas que duelen, que hieren el alma, que generan hemorragias aparatosas y que elevan a las máximas cotas el peligro en la clasificación. Cuando todo se había puesto de cara para remontar un marcador adverso en la recta final del partido ante el Sevilla Atlético, el grupo que dirige Agné arruinó los pronósticos y permitió que fuese el contrincante, un equipo juvenil que no vencía desde antes de Navidad, quien se adjudicase los 3 puntos en el último instante cuando, además, jugaba sin portero al haber sido expulsado el titular con las tres sustituciones ya consumadas. Los zaragocistas se despeñaron a la peor situación de los últimos 70 años en una liga fruto de su inoperancia e incapacidad, como derivación de una pésima dirección desde el banquillo que no admite defensa alguna tras varias semanas de expectativas.

Alarmante. Preocupante en grado extremo resultó ya la primera mitad del cuadro aragonés. Sin fútbol, sin ideas, sin iniciativas salvo algun chispazo de Lanzarote al inicio del partido. Cani, ausente esta vez (por causa desconocida), se echó en falta como el sol en el Caribe cuando está nublado. Fue imposible ver una jugada ligada de los blanquillos antes del descanso. Feltscher, con toda la banda para él (Lanza se metía por el centro para ser el organizador), demostró que ofensivamente es algo cercano al nulo. Dongou, escudero de Ángel, anduvo desaparecido todo el tiempo, sin participación alguna en el juego colectivo. El goleador zaragocista, Ángel, no vio un balón potable jamás. Ros y Zapater vivieron una noche obtusa, sin perspectiva alguna de creatividad. Edu García, apagado como un candil sin aceite…

Por eso, a nadie extrañó el desenlace del primer tiempo. El Sevilla Atlético, sin ser nada del otro mundo en su propuesta (era el peor equipo de la segunda vuelta, aún sin un triunfo en su haber desde diciembre), se fue creciendo con el paso de los minutos de la mano de un rápido Ivi, de un vertical Cotán, de los desdoblamientos de Carmona y Curro por la derecha y de las llegadas con cuatro o cinco apoyos desde la segunda línea en sus ataques pausados. Y, en el minuto 39, cazaron el despiste de la defensa del Real Zaragoza, bastante torpe toda la noche. Un centro de Carmona, tras una combinación larga y precisa de más de un minuto de gestación, fue cabeceado por el joven Marc Gual para superar cruzado y por alto a Saja. Era el 0-1 y las alarmas estaban ya gritando como posesas en La Romareda.

Feo panorama para el castigado Agné, anoche en el tejadillo del estadio en una cabina de radio por su expulsión en Córdoba una semana antes. Los pitos desde el graderío no se aguantaron. Saltaron con el resorte del sentido común. El juego de los zaragocistas era, sencillamente, infumable, indigesto para cualquiera, por mucho amor que le pusiera a la observación del duelo. Si Agné y sus muchachos pretenden salvar la papeleta de la permanencia con este patrón de partidos el fracaso es inevitable. Así no se puede ganar un partido de Segunda División bajo ningún concepto.

Predominó el estatismo, no hubo desmarques, faltó descaro y decisión en todos los jugadores blanquillos. Era como si jugasen a verlas venir, como si el triunfo fuese a llover del cielo por decisión de la providencia. Digamos que durante la mayor parte del juego no se buscó la portería de un dubitativo Ondoa con la tensión necesaria cuando la situación es tan apurada como la del Real Zaragoza.

Ángel probó fortuna dos veces, en el minuto 11 y en el 17. En la primera ocasión no llegó a cabecear un balón suelto en una falta colgada por Lanzarote, al que la gasolina le duró media hora, y Ondoa despejó de puños. En la segunda, desde fuera del área, su disparo se fue alto por poco. Ramalazos aislados. El Sevilla Atlético replicó con dos llegadas de Curro e Ivi, que terminaron en las manos de Saja en los minutos 22 y 23, pero que ya dejaron el aroma de peligro en la portería local.

Edu García sacó el partido del aburrimiento con un chut desde el borde del área en el 31, pero se le marchó fuera por un metro. Otro zarpazo puntual, surgido de la nada más absoluta, por aquello de que en un partido siempre hay un momento en el que alguien intenta algo. Y en esas llegó el gol de los cachorros sevillistas. El mazazo que peor podía venirle a un equipo tan débil y deslavazado como el Real Zaragoza de hoy en día. El descanso llegó como un suplicio para el zaragocismo, con el miedo metido en el cuerpo y sin saber cómo se podía solucionar tanto y tan grave error encadenado. Un ‘tirín’ de Dongou en el 41 fue la única reacción visible de un grupo abatido tras el 0-1, con caras largas, de temor, de pavor en algunos casos.

A Agné no le debió parecer mal la propuesta inicial pues no hizo ningún cambio al inicio del segundo tiempo, pese a que la cosa lo pedía a berridos. Todo comenzó como había terminado un cuarto de hora antes. Un querer y no poder de un Real Zaragoza mucho más presionado. Con el Sevilla B metido atrás, a guardar su botín. El paso de los minutos, con el incremento de la histeria y las imprecisiones, trajo la mejor ocasión zaragocista en un centro de Feltscher que cabeceó en plancha Edu García a bocajarro y sacó bajo palos Ondoa en la parada de su vida. Pudo ser el 1-1 en el minuto 56, pero no hubo acierto final.

Agné, desde arriba, ordenó la salida de Cani a falta de 28 minutos. Tarde, pero mejor tarde que nunca. El de La Paz dio pausa y circulación al balón y se empezó a ver algo de luz en el horizonte blanquillo. Al poco, Raí Nascimento debutó por fin. El movimiento del género coincidió con el gol del empate, fruto de una niñería del portero visitante, Ondoa, que perdió tiempo descaradamente en un saque y le fue señalado un libre indirecto dentro del área. Edu García superó la barrera con un derechazo tremendo que batió la meta sevillana. Faltaban 15 minutos Samaras entró al campo para terminar de revolucionar el ataque aragonés.

Del alboroto general surgió un error defensivo de Ros y Silva que Gual estuvo a punto de aprovechar para marcar el 1-2 en el 77. Pero su disparo se marchó al lateral de la red. Resopló La Romareda mientras soñaba con la remontada. El Real Zaragoza siguió tirando de corazón, ante el nerviosismo instalado en todo el Sevilla Atlético y Raí Nascimento estuvo a punto de estrenarse con un golazo. El brasileño se inventó una vaselina desde el borde del área tras un despeje de Ondoa que se estrelló en el larguero en el 85. Pero todo resultó un lamentable espejismo porque la tragedia aguardaba en la recta final del partido, como en Córdoba, como tantas otras veces.

Fue lacerante. El Sevilla Atlético se quedó sin portero. Con los tres cambios hechos, Ondoa fue expulsado por retrasar un saque de banda en una salida fuera del área. Tuvo que ponerse bajo palos el jugador de campo Amo. Quedaban 3 minutos y el aumento, que iba a ser amplio (5 más dio Pulido). Parecía todo propicio para volcar balones al área andaluza y buscar el volteo feliz del marcador. No fue así. Aún más, fue al contrario. Marcelo Silva fue expulsado asimismo en el 91. Y de esa falta, botada con dureza por Ivi, llegó el 1-2 final. Saja falló estrepitosamente, rechazó como pudo un balón que debía haber solucionado mucho mejor, y Cotán remachó a quemarropa con la defensa zaragocista mirando al limbo. Era el minuto 93 ya pasado. Un golpetazo del destino.

El público empezó a desfilar por los vomitorios, a gritar contra el equipo, contra el palco. Lo natural en las circunstancias que concurren. Se trataba de una derrota severa, de insondables consecuencias. Ante un rival imberbe que no ganaba desde hacía tres meses. Además, en unas circunstancias que sugerían todo lo contrario para el desenlace del marcador. Todo es susceptible de empeorar en este desnortado Real Zaragoza de Agné. Es posible que, ahora sí, ya todos entiendan que la situación es, no grave, sino gravísima en el ámbito deportivo. Que la categoría corre peligro y que con el escudo y la historia no se gana en Segunda División. Esto, en el día del 85º cumpleaños del club, es todavía más paradigmático. Y cuando el de enfrente es un filial, infinitamente más. Ver la clasificación evita debates estériles. Lo mismo que observar la evolución del equipo desde enero.