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Épila 1 Robres 1

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Con este resultado, el Épila se mantiene en una excelente posición y coge credenciales ante un excelente equipo como demostró ser el Robres

Épila 1 Robres 1

EL EPILA, AUNQUE EN LA PRIMERA PARTE TUVO MINUTOS DE MARASMO JUNTO TAMBIEN A ALGO DE INFORTUNIO, MERECIO EL TRIUNFO ESPECIALMENTE POR LO PUESTO EN EL CAMPO EN LA SEGUNDA MITAD, ANTE UN ROBRES QUE “TRANSPIRÓ FORTALEZA Y CALIDAD POR TODOS SUS POROS”.

Fernando Rosel Lana

Partido duro, según guión esperado, el protagonizado en La Huerta epilense, entre dos equipos difíciles de domar, y que ya se conocían de la temporada anterior por haberse jugado entre sí a doble partido el título de campeón único de la regional preferente, que se salvó a favor de los epilenses.

El Épila afrontaba este partido como octavo clasificado con 19 puntos, un golaverage neutro de igual a cero, y una dinámica de resultados en sus cuatro últimos encuentros de victoria-victoria-victoria-derrota. El Robres por su parte, acudía a La Huerta como 13º en la tabla con 13 puntos y un golaverage negativo de -2, y una dinámica de resultados en sus cuatro último encuentros de empate-derrota-empate-empate.

El encuentro, daba de salida una ligera ventaja a favor de los epilenses, al salir como anfitriones en su fortín, pero sin olvidar que los oscenses se presentaban como un auténtico hueso de roer, como había venido demostrando en sus desplazamientos, por lo que los “dientes del perro epilense” tuvieron que demostrar su fortaleza para masticarlo, y evitar no atragantarse con él”.

El encuentro se celebró con una temperatura algo fresca y algo de viento, en un estado excelente del terreno de juego, y con una muy elevada asistencia de público.

La siempre tan necesaria, como difícil y respetable labor arbitral, fue llevada a cabo esta vez por el colegiado Sr. Aranda Anquela, auxiliado en las bandas por el Sr. Sanchez Espilez y el Sr. Fabre Calomarde que tuvieron a nuestro entender, una bastante buena actuación a lo largo de todo el encuentro.

En la primera mitad del encuentro, el técnico epilense siguió apostando por su clásica puesta en escena de defensa sólida, línea del centro del campo bien vertebrada y una línea ofensiva con clásico delantero centro posicional, y con Dani Alonso como punta de lanza siempre envenenada y mortífera, acompañada del juego de interiores y las incorporaciones por banda de sus incansables laterales Pierre e Iván.

Por su parte, el Robres salió al campo con un dispositivo defensivo de lujo, con jugadores de gran envergadura, calidad y oficio destacando Nogueras y Beltrán, un centro de campo con capacidad creativa especialmente con el mediocentro ofensivo Ayneto, y con jugadores de calidad en la línea ofensiva como Sanchez Vallejo y Claraco.

Durante este primer acto, las líneas ofensivas se impusieron claramente a las líneas ofensivas de ambos conjuntos, destacando especialmente la contundencia rocosa, eficacia, calidad y oficio de la defensa robresana.

En los minutos iniciales el Épila hizo algunos acercamientos de peligro a la portería robresana defendida por Ribas, pero fueron siempre bien resueltos por la defensa oscense, viéndose conforme avanzaban los minutos, que el esquema de juego con delantero centro en posición, no resultaba eficaz de cara a generar ocasiones de gol.

En el ecuador de esta primera mitad, el Robres empezó a adueñarse claramente del balón e hizo retroceder metros al Épila, elevando por momentos el termómetro de la inquietud en la parroquia epilense. Hasta que en una de sus incursiones, concretamente en el minuto-25, el jugador del Robres Ayneto encañonó un potente tiro que cogió portería. El portero epilense Fabre, adivinó muy bien la trayectoria del balón, pero el golpeo del balón en un jugador cambio 180º la trayectoria el balón entrando a gol, y haciendo el cero a uno para el Robres. Era el primer infortunio de la tarde para el Épila.

A partir de aquí, el Robres recibió la consiguiente fuerza psicológica del gol y aumento bastantes enteros en su confianza hacia el triunfo en el fortín epilense, mientras que por el contrario La Huerta enmudeció y los epilenses acusaron el golpe, entrando durante bastantes minutos en situación de marasmo y caída de fortaleza mental, que se tradujo en pases imprecisos, sensación de inseguridad a la hora de hilvanar jugadas, achicando balones y haciendo desplazamientos largos de balón que daba la impresión de “quemar el balón” en los jugadores epilenses, que incluso lanzaban envíos del mismo a tierra de nadie, controlando fácilmente la situación tanto el portero como la defensa robresana.

Hubo que esperar casi hasta el mismísimo final de este primer acto, para que en el minuto-45 el Épila enviara un balón con peligro de gol a la portería de Ribas, fruto de un lanzamiento a balón parado por mediación de Lahoz, que fue muy prolongado de cabeza por un jugador epilense dando en el larguero y rebotando el balón muy cerca de la línea de gol, pero negándose a entrar cuando el portero robresano estaba batido, cerrándose esta primera mitad con este segundo infortunio para los epilenses, que se fueron a vestuarios bastante cabizbajos y quedando los espectadores de La Huerta a la espera de la reacción epilense en la segunda mitad.

En la segunda mitad, el Épila salió con mucha más intensidad, creando peligro desde los mismos inicios, siendo los epilenses los que pasaron a ser los dueños del balón, llevando a cabo continuas acometidas que resolvían de manera excelente los defensores robresanos.

En este contexto de dominio epilense, fruto de la casta y vehemencia a la que el este equipo tiene acostumbrada ya a La Huerta,  llegaría el gol del empate para los locales en el minuto-57, obra de Carlos Usón, tras culminar una jugada de ataque colectivo del equipo epilense.

A raíz del gol del empate, el Épila se creció y empezó a creer en la posibilidad de darle la vuelta al marcador y conseguir la victoria, espoleado por el aliento y entusiasmo de sus incondicionales.

Prácticamente a renglón seguido, el técnico epilense movió la banqueta y empezó a realizar los cambios escalonados, sacando “caballos de refresco” para darle más seguridad al centro del campo e imprimir una velocidad más y una mayor frescura en la línea ofensiva, cambiando la táctica de un ataque basado más en posiciones estáticas  de delantero centro, por un ataque más dinámico sin delantero centro nato, que le dio muy buen resultado.

 Como consecuencia de ello, el Épila tuvo dos ocasiones claras de llevarse el partido. La primera en el minuto-67, mediante una de las cabalgadas  del omnipresente Dani Alonso, en un mano a mano con el portero Ribas, que no pudo llegar al balón por puro cansancio y extenuación como consecuencia de haberse vaciado totalmente después del esfuerzo realizado a lo largo de todo el encuentro.

La segunda ocasión de darle la vuelta al partido, la tuvo el Épila en el minuto-82 por mediación David Esteban, que bajo palos prolongó un balón que  “salió volando buscando su libertad” a pocos centímetros por encima del larguero.

Por su parte el Robres se mantuvo firme y rocoso con una excelente defensa durante todo el encuentro, dejando el resultado abierto hasta el final, aprovechando las incursiones peligrosas de Ayneto, llegando en algunas ocasiones a buscar el tiro certero a portería, pero que en las ocasiones que ello fue así, el Robres se encontró con las acertadas intervenciones del meta epilense Fabre, arropado también muy bien por su defensa.

Al final del encuentro, los dos contendientes dieron por bueno el resultado y la parroquia epilense, tras ver todo lo puesto por los jugadores epilenses en La Huerta, aplaudió mostrando su satisfacción.

Con este resultado, el Épila se mantiene en una excelente posición y coge credenciales ante un excelente equipo como demostró ser el Robres, para mantener la ilusión de seguir adelante con esta actitud y nivel, aprendiendo con auténtica humildad en cada uno de los partidos de la experiencia derivada de los mismos, en clave siempre de mentalidad de equipo.